IVÁN CABRERA CARTAYA 

(Tenerife, 1980)

Licenciado en Filología Hispánica y Filología Clásica por la Universidad de La Laguna, donde también cursó estudios de Historia del Arte y de Filosofía. Ha obtenido el Premio Internacional de Poesía Luis Feria en 2000, el Premio de Poesía Félix Francisco Casanova en 2001 o el VI Premio de Poesía Joven Antonio Gala en 2012, entre otros de poesía y narrativa. Participó en el programa cultural Canarias Crea en 2003 (Casa de América, Madrid). Intervino en el III Congreso de Poesía Canaria (noviembre de 2006, La Laguna) y en el II Encuentro de Jóvenes Escritores Canarios, en febrero de 2009. Durante el mes de marzo de 2009 participa en el Colegio Oficial de Arquitecto de Canarias (COAC) en el ciclo de lecturas Paisajes, palabras, territorios. Jóvenes poetas en la isla. En noviembre de 2010 intervino en el curso Ética y literatura contemporáneas en tiempos de encrucijada, celebrado en la Universidad de La Laguna. También en 2010 colaboró con un ensayo en el libro colectivo Presencia de José Ángel Valente (2010), publicado por la Universidad de Santiago de Compostela, y participó en el curso José Ángel Valente: una perspectiva internacional, celebrado en Santa Cruz de Tenerife. En octubre de 2013 participó con un ensayo sobre la poesía de Eugenio Padorno en el I Encuentro de Joven Crítica Canaria. En 2017 participó en la II Bienal de Lanzarote dedicada a Lancelot 28º -7º (1928) de Agustín Espinosa, donde colaboró con un ensayo sobre el libro y una serie de textos, Isla en forma de anzuelo. En septiembre de 2020 fue invitado al III Festival Hispanoamericano de escritores, celebrado en Los Llanos de Aridane (La Palma). Poemas suyos se recogen en la antología Poesía canaria actual (a partir de 1980) (Idea, 2010) de Miguel Martinón; y en la Muestra de Poesía Canaria que Mario Domínguez Parra seleccionó en noviembre de 2013 para la revista Círculo de poesía (Méjico). Colabora habitualmente con poemas, ensayos, relatos, reseñas, entrevistas y notas en la prensa insular y en revistas nacionales e internacionales como Can Mayor, Vulcane, Piedra y Cielo, Cuadernos del Ateneo, Nexo, La alegría de los naufragios, Transparencias, La Salamandra Ebria, Los papeles mojados de río seco, Cuadernos Hispanoamericanos, Isla negra, Kafka, Poesía Digital, Las razones del aviador, Narradores canarios actuales, Vakxikon, Círculo de poesía, Fogal, Revue de Belles-Lettres, Crítica, La manzana poética, Dragaria, Turia, Marcapiel, Vallejo & Co., La libélula vaga y en el Anuario del Instituto de Estudios Canarios. Ha publicado los libros de relatos Tentaciones al caer la tarde (2015) y Vigilia en Velora (2021).

Además ha editado los libros de poemas Arena (Premio de Poesía Pedro García Cabrera, 2001), Obsidiana (Premio de Poesía Julio Tovar, 2004), Fragmentos de sentido (Premio Emeterio Gutiérrez Albelo, 2006), Cariátides (XXXVII Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2007), Bajo el cielo innumerable (accésit del Premio de Poesía Tomás Morales, 2007), Un sueño de esplendor (2010), Diálogo en el desierto (2011), Para ser recitado al viento sibilante (2013), Creencias de verano (2013), Noche en jardín destruido (2015, V Premio Internacional de Poesía José Verón Gormaz 2014), Alētheia del sur (2017), Westhaven Bay y La Montaña Amarilla (2019), y el libro de entrevistas Bajo la bóveda del tiempo. Conversaciones con Miguel Martinón (2009), además de realizar el prólogo para la reedición del libro La vida de Rubén Darío escrita por el mismo seguida de Historia de mis libros (Artemisa ediciones, 2007). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, al francés, al griego moderno y al alemán.

|  POESÍAS  |

IVÁN CABRERA CARTAYA 

(Tenerife, 1980)

Licenciado en Filología Hispánica y Filología Clásica por la Universidad de La Laguna, donde también cursó estudios de Historia del Arte y de Filosofía. Ha obtenido el Premio Internacional de Poesía Luis Feria en 2000, el Premio de Poesía Félix Francisco Casanova en 2001 o el VI Premio de Poesía Joven Antonio Gala en 2012, entre otros de poesía y narrativa. Participó en el programa cultural Canarias Crea en 2003 (Casa de América, Madrid). Intervino en el III Congreso de Poesía Canaria (noviembre de 2006, La Laguna) y en el II Encuentro de Jóvenes Escritores Canarios, en febrero de 2009. Durante el mes de marzo de 2009 participa en el Colegio Oficial de Arquitecto de Canarias (COAC) en el ciclo de lecturas Paisajes, palabras, territorios. Jóvenes poetas en la isla. En noviembre de 2010 intervino en el curso Ética y literatura contemporáneas en tiempos de encrucijada, celebrado en la Universidad de La Laguna. También en 2010 colaboró con un ensayo en el libro colectivo Presencia de José Ángel Valente (2010), publicado por la Universidad de Santiago de Compostela, y participó en el curso José Ángel Valente: una perspectiva internacional, celebrado en Santa Cruz de Tenerife. En octubre de 2013 participó con un ensayo sobre la poesía de Eugenio Padorno en el I Encuentro de Joven Crítica Canaria. En 2017 participó en la II Bienal de Lanzarote dedicada a Lancelot 28º -7º (1928) de Agustín Espinosa, donde colaboró con un ensayo sobre el libro y una serie de textos, Isla en forma de anzuelo. En septiembre de 2020 fue invitado al III Festival Hispanoamericano de escritores, celebrado en Los Llanos de Aridane (La Palma). Poemas suyos se recogen en la antología Poesía canaria actual (a partir de 1980) (Idea, 2010) de Miguel Martinón; y en la Muestra de Poesía Canaria que Mario Domínguez Parra seleccionó en noviembre de 2013 para la revista Círculo de poesía (Méjico). Colabora habitualmente con poemas, ensayos, relatos, reseñas, entrevistas y notas en la prensa insular y en revistas nacionales e internacionales como Can Mayor, Vulcane, Piedra y Cielo, Cuadernos del Ateneo, Nexo, La alegría de los naufragios, Transparencias, La Salamandra Ebria, Los papeles mojados de río seco, Cuadernos Hispanoamericanos, Isla negra, Kafka, Poesía Digital, Las razones del aviador, Narradores canarios actuales, Vakxikon, Círculo de poesía, Fogal, Revue de Belles-Lettres, Crítica, La manzana poética, Dragaria, Turia, Marcapiel, Vallejo & Co., La libélula vaga y en el Anuario del Instituto de Estudios Canarios. Ha publicado los libros de relatos Tentaciones al caer la tarde (2015) y Vigilia en Velora (2021).

Además ha editado los libros de poemas Arena (Premio de Poesía Pedro García Cabrera, 2001), Obsidiana (Premio de Poesía Julio Tovar, 2004), Fragmentos de sentido (Premio Emeterio Gutiérrez Albelo, 2006), Cariátides (XXXVII Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez, 2007), Bajo el cielo innumerable (accésit del Premio de Poesía Tomás Morales, 2007), Un sueño de esplendor (2010), Diálogo en el desierto (2011), Para ser recitado al viento sibilante (2013), Creencias de verano (2013), Noche en jardín destruido (2015, V Premio Internacional de Poesía José Verón Gormaz 2014), Alētheia del sur (2017), Westhaven Bay y La Montaña Amarilla (2019), y el libro de entrevistas Bajo la bóveda del tiempo. Conversaciones con Miguel Martinón (2009), además de realizar el prólogo para la reedición del libro La vida de Rubén Darío escrita por el mismo seguida de Historia de mis libros (Artemisa ediciones, 2007). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, al francés, al griego moderno y al alemán.

|  POESÍAS  |

Hablando sobre el sueño de las mulas

 

Hablábamos de noche,

Dichosamente,

Sobre el ronquido de las mulas

Que soñaban entre el estiércol

Y la hierba demócrata de un establo cercano.

 

No bajo el árbol de la ciencia,

A la intemperie,

El humo de una hoguera

Pasaba por delante de los rostros

Y el aire acercaba limpias

Voces corales

Tal vez escritas por Eurípides

En una cueva junto al mar

O sobre el lomo rápido de un perro.

 

El aire

Desplegaba el olor del crimen

O del delirio, el aire

De la noche de agosto,

Fugaz y eterno como Nínive.

 

Soñábamos perfiles de remotos

Guerreros dibujados en la piedra

Con los rostros serenos como piedras

Entre el ébano de la noche,

Esotérico y antiguo.

 

El viejo Dios

Pasaba lejos, sobre

El pescante de una calesa

Tirada por caballos espectrales;

Tal vez era Asurbanipal

Llorando sobre sus tablillas rotas.

 

Hablabas de los dioses como él,

O con la intimidad que los egipcios

Tenían con la piedra.

Y yo escuchaba sin cesar

—todavía de madrugada—

El trepar del sol

Deslizándose sobre serpientes escondidas.

 

Yo miraba los giros insaciables

En la mirada de esos hombres

Sin sueño, angostos, fríos, que de noche

Caminan por las carreteras,

Duros en la violencia polvorienta del clima,

Rapaces como halcones al acecho

Sobre la madrugada desdeñosa.

 

Tú hablabas también sobre ellos,

Eso me pareció,

Los dos sentados en las sillas envaradas,

A las puertas de aquella casa negra,

Con tu voz joven, lúgubre

Como el vino y su locura.

Inclinabas un poco la cabeza

Y las palabras se sentían

Con la realidad desnuda de la carne.

 

Eso era en la caliente noche de aquel agosto

Tan parecido a este, que arrancaba

El olor de la tierra entera.

Noté tu pelo suave en la memoria

Y, en la brisa cansada, tu pensativa piel

Milenaria y reciente como la del diamante

O la de un animal fantástico.

 

Hundidos en la claridad lunar,

Mirábamos la noche y sus caminos,

Ambos vacíos y, a la vez,

Espesos de presencia y de deseo,

Como los árboles iluminados

Por la luna y sus ramas

Apenas agitadas por un aire

Flébil, hirsuto, perezoso.

 

Opulentas en su gordura,

Las mulas dormían y las luciérnagas

Parpadeaban, se apagaban.

La hierba hervía y ya no podíamos

vernos el rostro

sobre el muro y sus sombras de otro mundo.

La servidumbre en el Cerro de los Lirios

 

Vi al ingeniero árabe, ocioso en el desierto,

Hablando con un niño

Que lo guiaba a un valle negro

Lleno de casas y paredes blancas.

 

Imaginé a sus compañeros

Por la voz que tenían,

Secretos en el sueño de la casa

Y los cuartos desconocidos,

Iluminados por un sol lacónico.

 

Vi al ingeniero árabe, sólo a él,

Ansioso por trabajar,

Imaginando todo lo que podría hacer

Con un poco de suerte,

Dinero y un proyecto

 

Lo veía ir y venir en el coche,

Cruzando junto a los olivos

De Getsemaní,

Bajo la llamada a la oración

De las cigarras,

Inclinándose, respetuoso,

Alzando el polvo del Corán

De los caminos,

Comprando leche fresca y pan

Recién hecho en las catacumbas

De Damasco y Eritrea.

 

Allí decía

poemas para adolescentes mudas

o quemadas o sordas.

 

Allí pagaba

O compartía su alma

Soñando sobre el barro,

De la estancia más pobre,

Ojivas, rosetones, vidrieras imposibles,

La Cúpula de Brunelleschi

Que ni siquiera Dante llegó a ver.

Hablando sobre el sueño de las mulas

 

Hablábamos de noche,

Dichosamente,

Sobre el ronquido de las mulas

Que soñaban entre el estiércol

Y la hierba demócrata de un establo cercano.

 

No bajo el árbol de la ciencia,

A la intemperie,

El humo de una hoguera

Pasaba por delante de los rostros

Y el aire acercaba limpias

Voces corales

Tal vez escritas por Eurípides

En una cueva junto al mar

O sobre el lomo rápido de un perro.

 

El aire

Desplegaba el olor del crimen

O del delirio, el aire

De la noche de agosto,

Fugaz y eterno como Nínive.

 

Soñábamos perfiles de remotos

Guerreros dibujados en la piedra

Con los rostros serenos como piedras

Entre el ébano de la noche,

Esotérico y antiguo.

 

El viejo Dios

Pasaba lejos, sobre

El pescante de una calesa

Tirada por caballos espectrales;

Tal vez era Asurbanipal

Llorando sobre sus tablillas rotas.

 

Hablabas de los dioses como él,

O con la intimidad que los egipcios

Tenían con la piedra.

Y yo escuchaba sin cesar

—todavía de madrugada—

El trepar del sol

Deslizándose sobre serpientes escondidas.

 

Yo miraba los giros insaciables

En la mirada de esos hombres

Sin sueño, angostos, fríos, que de noche

Caminan por las carreteras,

Duros en la violencia polvorienta del clima,

Rapaces como halcones al acecho

Sobre la madrugada desdeñosa.

 

Tú hablabas también sobre ellos,

Eso me pareció,

Los dos sentados en las sillas envaradas,

A las puertas de aquella casa negra,

Con tu voz joven, lúgubre

Como el vino y su locura.

Inclinabas un poco la cabeza

Y las palabras se sentían

Con la realidad desnuda de la carne.

 

Eso era en la caliente noche de aquel agosto

Tan parecido a este, que arrancaba

El olor de la tierra entera.

Noté tu pelo suave en la memoria

Y, en la brisa cansada, tu pensativa piel

Milenaria y reciente como la del diamante

O la de un animal fantástico.

 

Hundidos en la claridad lunar,

Mirábamos la noche y sus caminos,

Ambos vacíos y, a la vez,

Espesos de presencia y de deseo,

Como los árboles iluminados

Por la luna y sus ramas

Apenas agitadas por un aire

Flébil, hirsuto, perezoso.

 

Opulentas en su gordura,

Las mulas dormían y las luciérnagas

Parpadeaban, se apagaban.

La hierba hervía y ya no podíamos

vernos el rostro

sobre el muro y sus sombras de otro mundo.

La servidumbre en el Cerro de los Lirios

 

Vi al ingeniero árabe, ocioso en el desierto,

Hablando con un niño

Que lo guiaba a un valle negro

Lleno de casas y paredes blancas.

 

Imaginé a sus compañeros

Por la voz que tenían,

Secretos en el sueño de la casa

Y los cuartos desconocidos,

Iluminados por un sol lacónico.

 

Vi al ingeniero árabe, sólo a él,

Ansioso por trabajar,

Imaginando todo lo que podría hacer

Con un poco de suerte,

Dinero y un proyecto

 

Lo veía ir y venir en el coche,

Cruzando junto a los olivos

De Getsemaní,

Bajo la llamada a la oración

De las cigarras,

Inclinándose, respetuoso,

Alzando el polvo del Corán

De los caminos,

Comprando leche fresca y pan

Recién hecho en las catacumbas

De Damasco y Eritrea.

 

Allí decía

poemas para adolescentes mudas

o quemadas o sordas.

 

Allí pagaba

O compartía su alma

Soñando sobre el barro,

De la estancia más pobre,

Ojivas, rosetones, vidrieras imposibles,

La Cúpula de Brunelleschi

Que ni siquiera Dante llegó a ver.