JAVIER MÉRIDA 

(Santa Cruz de Tenerife, 1977)

Autor de los poemarios Un mapa del mundo lo más pequeño posible (Idea, 2007) y El otro lado de la lluvia (Idea, 2012), de la plaquette titulada Vattenlinjen (Línea de agua), en la colección «Léucade» (2013), Grafismas, en la colección «El Librito», editado e impreso por Carlos Rivero [CARNE], y con grabados de Sara Garsía (2017), Oráculo (Idea-Aguere, 2017) y del libro de relatos cortos Microbios (Bohodón, 2018).

Escritor de expresión poética desde el año 1997, participa desde sus inicios de diversos actos conjuntos e individuales relacionados con el ámbito de la Literatura y, en particular, de la poesía: (tertulias, lecturas, recitales, congresos, dinamizaciones escénicas). Poemas suyos han sido traducidos al griego en la  editorial griega, Vaxikon. Ha colaborado en diversas publicaciones locales literarias con artículos, relatos y poemas, así como con traducciones al español de textos de Camilo Pessanha en la revista digital Piedra y Cielo. También hay un poema suyo, Cáucaso, en la antología dedicada a Marcos Ana, El árbol talado que retoña (Editorial El Páramo, 2009). Ha participado como invitado en el II Encuentro de Jóvenes Escritoras y Escritores Canarios, organizado por Pialte y coordinado por Elica Ramos y Víctor Álamo en el Salón Noble del Cabildo Insular de Tenerife (2009), así como ponente en el Congreso «3 orillas» de escritores de Canarias, en Santa María de Guía (Las Palmas de Gran Canaria, 2012) y ha participado como invitado VI Festival de las Letras en La Puebla de Cazalla (Sevilla), en mayo de 2017, organizado por el colectivo «La Palabra Itinerante», a cargo de David Eloy Rodríguez y Jose María Gómez Valero.

Sin dejar de lado su actividad literaria, en la actualidad es coordinador artístico del grupo escénico MISCELÁNEA (La Laguna, 2007), dedicado a la difusión literaria puesta en su dimensión escénica. Su obra actual reside alojada en el blog que mantiene activamente desde 2011, La Mesa del Fondo.

http://mesafondo.blogspot.com.es/

|  POESÍAS  |

JAVIER MÉRIDA 

(Santa Cruz de Tenerife, 1977)

Autor de los poemarios Un mapa del mundo lo más pequeño posible (Idea, 2007) y El otro lado de la lluvia (Idea, 2012), de la plaquette titulada Vattenlinjen (Línea de agua), en la colección «Léucade» (2013), Grafismas, en la colección «El Librito», editado e impreso por Carlos Rivero [CARNE], y con grabados de Sara Garsía (2017), Oráculo (Idea-Aguere, 2017) y del libro de relatos cortos Microbios (Bohodón, 2018).

Escritor de expresión poética desde el año 1997, participa desde sus inicios de diversos actos conjuntos e individuales relacionados con el ámbito de la Literatura y, en particular, de la poesía: (tertulias, lecturas, recitales, congresos, dinamizaciones escénicas). Poemas suyos han sido traducidos al griego en la  editorial griega, Vaxikon. Ha colaborado en diversas publicaciones locales literarias con artículos, relatos y poemas, así como con traducciones al español de textos de Camilo Pessanha en la revista digital Piedra y Cielo. También hay un poema suyo, Cáucaso, en la antología dedicada a Marcos Ana, El árbol talado que retoña (Editorial El Páramo, 2009). Ha participado como invitado en el II Encuentro de Jóvenes Escritoras y Escritores Canarios, organizado por Pialte y coordinado por Elica Ramos y Víctor Álamo en el Salón Noble del Cabildo Insular de Tenerife (2009), así como ponente en el Congreso «3 orillas» de escritores de Canarias, en Santa María de Guía (Las Palmas de Gran Canaria, 2012) y ha participado como invitado VI Festival de las Letras en La Puebla de Cazalla (Sevilla), en mayo de 2017, organizado por el colectivo «La Palabra Itinerante», a cargo de David Eloy Rodríguez y Jose María Gómez Valero.

Sin dejar de lado su actividad literaria, en la actualidad es coordinador artístico del grupo escénico MISCELÁNEA (La Laguna, 2007), dedicado a la difusión literaria puesta en su dimensión escénica. Su obra actual reside alojada en el blog que mantiene activamente desde 2011, La Mesa del Fondo.

http://mesafondo.blogspot.com.es/

 

 

 

 

|  POESÍAS  |

(poema)

Trepa hasta mi ahogo,
donde la marea deje huérfanos
flotando en las mejillas;
hijos indefensos,
sal al madrugar sobre la sábana.

Quede entre tus piernas
mi salmuera; anhelo presuroso

enrojeciendo mis muslos;
tuya la cabalgadura exhausta,
cera derramándose vela,

vaciarse de sol el amanecer
entre córneas que aún arden
en el centro del gemido,
fuego apagándose a tientas
al perdonárnoslo todo.

Mapa de un lugar sin nosotros:
dormitorio agreste: fieras
tras los matorrales, entre gotas de sudor,
—fraternidad de hienas—.

Desayuno de frutas indecentes:
recreo en las curvas de las peras,
dedos aún con jugo de mangos,
labios pegajosos de rabia tierna.
Ahora duermes al olor de este día.

(de La tatuadora de grullas, 2019, inédito)

Nos aburrimos

 

Nos aburrimos. Abrimos la boca

en posición de bostezo para besarnos.

Ponemos la otra mejilla. La culpa.

 

Esperamos cada cuarto de hora,

sentados al borde del sillón. Un destello.

El mundo esperando por nadie.

 

Nos aburrimos. Sacamos la mano

por la ventanilla para saludarnos

—soberanamente—

para despedirnos con pereza.

 

Con cetácea languidez nos vamos aburriendo.

Vamos saliendo por el recibidor con las uñas largas,

con los ojos fríos;

sin el frescor bien acunado en el rostro.

 

 

 

Nos aburrimos porque no es fácil

—hábil debilidad de cobardicas—:

el tiempo todo lo aburre.

 

Nos hacemos sangre fuerte a silencios.

Nos damos flojito. Nos ofrecemos mal.

Espiamos la debilidad de otros.

 

Respiramos hondo, pero haciendo pie,

manoteando frenéticos en la marea baja;

aferrados a un ancla en el tobillo.

 

Nos aburrimos un día pequeño por la tarde.

Un lugar donde dejar el silencio un rato solo.

Volver a por él, a ver qué ha hecho con nosotros.

 

No nos bastó

sembrar todo un pinar

con conchas de poniente.

 

 

 

Enterrar la hache en un bello furor,

tan espinoso como el vino viejo.

Hablarnos al pecho, donde todo cabe.

 

Polinizar charcos. Dejarnos mojar.
Vestirnos de mujer.

Salirnos del redil que reseca nuestros labios.

Beber de los cuernos.

 

No.

Nos aburrimos.

Nos aburrimos del fuego.

 

Inertes, como en casa de las sombras,

así nos aburrimos,

procreando silencio

 

y más silencio.

Como si la distancia

se hubiera vuelto clandestina.

 

 

Nos prohibimos. Nos hacemos

desaparecer. Aparecemos muertos

en la cuneta a pleno sol

 

con el corazón por fuera.

Nos aburrimos

en defensa mutua.

 

A nadie le importa.

 

 

(De Antología invertebrada [2017-2018], inédito)

(poema)

Trepa hasta mi ahogo,
donde la marea deje huérfanos
flotando en las mejillas;
hijos indefensos,
sal al madrugar sobre la sábana.

Quede entre tus piernas
mi salmuera; anhelo presuroso

enrojeciendo mis muslos;
tuya la cabalgadura exhausta,
cera derramándose vela,

vaciarse de sol el amanecer
entre córneas que aún arden
en el centro del gemido,
fuego apagándose a tientas
al perdonárnoslo todo.

Mapa de un lugar sin nosotros:
dormitorio agreste: fieras
tras los matorrales, entre gotas de sudor,
—fraternidad de hienas—.

Desayuno de frutas indecentes:
recreo en las curvas de las peras,
dedos aún con jugo de mangos,
labios pegajosos de rabia tierna.
Ahora duermes al olor de este día.

(de La tatuadora de grullas, 2019, inédito)

Nos aburrimos

 

Nos aburrimos. Abrimos la boca

en posición de bostezo para besarnos.

Ponemos la otra mejilla. La culpa.

 

Esperamos cada cuarto de hora,

sentados al borde del sillón. Un destello.

El mundo esperando por nadie.

 

Nos aburrimos. Sacamos la mano

por la ventanilla para saludarnos

—soberanamente—

para despedirnos con pereza.

 

Con cetácea languidez nos vamos aburriendo.

Vamos saliendo por el recibidor con las uñas largas,

con los ojos fríos;

sin el frescor bien acunado en el rostro.

 

Nos aburrimos porque no es fácil

—hábil debilidad de cobardicas—:

el tiempo todo lo aburre.

 

Nos hacemos sangre fuerte a silencios.

Nos damos flojito. Nos ofrecemos mal.

Espiamos la debilidad de otros.

 

Respiramos hondo, pero haciendo pie,

manoteando frenéticos en la marea baja;

aferrados a un ancla en el tobillo.

 

Nos aburrimos un día pequeño por la tarde.

Un lugar donde dejar el silencio un rato solo.

Volver a por él, a ver qué ha hecho con nosotros.

 

No nos bastó

sembrar todo un pinar

con conchas de poniente.

 

Enterrar la hache en un bello furor,

tan espinoso como el vino viejo.

Hablarnos al pecho, donde todo cabe.

 

Polinizar charcos. Dejarnos mojar.
Vestirnos de mujer.

Salirnos del redil que reseca nuestros labios.

Beber de los cuernos.

 

No.

Nos aburrimos.

Nos aburrimos del fuego.

 

Inertes, como en casa de las sombras,

así nos aburrimos,

procreando silencio

 

y más silencio.

Como si la distancia

se hubiera vuelto clandestina.

 

 

Nos prohibimos. Nos hacemos

desaparecer. Aparecemos muertos

en la cuneta a pleno sol

 

con el corazón por fuera.

Nos aburrimos

en defensa mutua.

 

A nadie le importa.

 

 

(De Antología invertebrada [2017-2018], inédito)