MARÍA VALERÓN ROMERO
(Fuerteventura, 1990)
Graduada en Periodismo, por la Universidad pública Carlos III de Madrid. Inició su andadura literaria en el año 2013, con la publicación de ‘La palabra como paracaídas’, donde aborda el papel de la literatura como herramienta para la defensa del medioambiente.
En 2016 dio sus primeros pasos en la poesía con su poemario ‘La pequeña vida’, conjunto de textos de prosa poética que, junto a ‘Leo en las calles’, de Belén Lorenzo, fueron publicados en la octava entrega de la colección ‘Canarias en Letras’ de la Fundación Mapfre Guanarteme.
Recientemente sus poemas han sido publicados dentro de la antología de poesía canaria ‘El pescador de letras’ (Fundación Mapfre Guanarteme, 2019) y en revistas literarias como Vallejo & Co.

| POESÍAS |

MARÍA VALERÓN ROMERO
(Fuerteventura, 1990)
Graduada en Periodismo, por la Universidad pública Carlos III de Madrid. Inició su andadura literaria en el año 2013, con la publicación de ‘La palabra como paracaídas’, donde aborda el papel de la literatura como herramienta para la defensa del medioambiente.
En 2016 dio sus primeros pasos en la poesía con su poemario ‘La pequeña vida’, conjunto de textos de prosa poética que, junto a ‘Leo en las calles’, de Belén Lorenzo, fueron publicados en la octava entrega de la colección ‘Canarias en Letras’ de la Fundación Mapfre Guanarteme.
Recientemente sus poemas han sido publicados dentro de la antología de poesía canaria ‘El pescador de letras’ (Fundación Mapfre Guanarteme, 2019) y en revistas literarias como Vallejo & Co.
| POESÍAS |
Huida ligera
Me iré sin hacer ruido, corriendo de puntillas por el horizonte. Seré un borrón y un verso, un garabato a lápiz sobre el renglón del mar.
Allí seré equilibrista, acróbata, y verán mi huella los ojos abiertos que vigilan las alturas.
La línea elástica que rodea el mundo me dejará salvarme y así me entretendré: espantando gaviotas y dioses antiguos, soplando alguna nube, construyendo barcos, dibujando espejismos.
Porque mancharé el aire con mis pies descalzos, daré colores nuevos corriendo boca abajo, me bañaré naranja cuando el sol se ponga, y saldré del agua con una piel distinta. Cogeré con dos dedos el filo de la noche para sacudirle el frío.
Me verán los pescadores viejos y sus nasas, y los niños que siempre corrieron por la playa; me verán catalejos y faros.
Yo soñaré que fui un camino y acabaré encontrándome: un puntito intermitente bajo la luz del mundo.
Y me iré en silencio, igual que un minuto antes de nacer, cuando desperté acurrucada debajo de un ombligo.
Nacer en el mar
No sé dónde nací, pero soy de aquí: soy del golpe, del primer roto que cae en la arena. Soy el hueco exacto: algo me lleva y me trae, me arranca y me arrastra siempre de vuelta.
Hay un vacío agradable y ruidoso en el centro mismo, un naufragio vivo de arrugas nuevas, una llamarada allá donde el faro alumbra.
Esta es mi puerta del mundo. Va naciendo y matándose; es caprichosa. Yo soy un sendero que la devora, solo un relámpago, una luna flaca, un motor que aprieta sangre, y que nace y muere.
Como una orilla.
Huida ligera
Me iré sin hacer ruido, corriendo de puntillas por el horizonte. Seré un borrón y un verso, un garabato a lápiz sobre el renglón del mar.
Allí seré equilibrista, acróbata, y verán mi huella los ojos abiertos que vigilan las alturas.
La línea elástica que rodea el mundo me dejará salvarme y así me entretendré: espantando gaviotas y dioses antiguos, soplando alguna nube, construyendo barcos, dibujando espejismos.
Porque mancharé el aire con mis pies descalzos, daré colores nuevos corriendo boca abajo, me bañaré naranja cuando el sol se ponga, y saldré del agua con una piel distinta. Cogeré con dos dedos el filo de la noche para sacudirle el frío.
Me verán los pescadores viejos y sus nasas, y los niños que siempre corrieron por la playa; me verán catalejos y faros.
Yo soñaré que fui un camino y acabaré encontrándome: un puntito intermitente bajo la luz del mundo.
Y me iré en silencio, igual que un minuto antes de nacer, cuando desperté acurrucada debajo de un ombligo.
Nacer en el mar
No sé dónde nací, pero soy de aquí: soy del golpe, del primer roto que cae en la arena. Soy el hueco exacto: algo me lleva y me trae, me arranca y me arrastra siempre de vuelta.
Hay un vacío agradable y ruidoso en el centro mismo, un naufragio vivo de arrugas nuevas, una llamarada allá donde el faro alumbra.
Esta es mi puerta del mundo. Va naciendo y matándose; es caprichosa. Yo soy un sendero que la devora, solo un relámpago, una luna flaca, un motor que aprieta sangre, y que nace y muere.
Como una orilla.

